Pregón Carmen María García Rojo. 2005
STA. CARMEN MARÍA GARCIA ROJO
Desde el cortijo de Don Lucas se divisa, Señor, tu pueblo, dormido, blanco, fuertemente abrazadas sus casas a la torre, prolongación de tu Templo como eje principal sobre el que todo gira…calles, tejados, edificios, campos y sierras circundando Su gloria que no es más que la gloria de quien allí habita y mora. La gloria de quien un día volverá para juzgar a vivos y muertos.
A la vuelta del camino me sumo a la contemplación de la luz encontrándose con la cal en el clamor del silencio de la mañana que no es más que la misericordia de Dios derramada sobre la tierra. El pueblo duerme y me quedo sumida en la contemplación ahora de mis pensamientos que no son otros que “el Señor guarda mi casa…” Él guía mis pasos y me trae de vuelta. Y vuelvo esta vez Señor para pregonar tu Semana Santa. La Semana Santa competeña y creo, francamente, que nunca he vuelto con una responsabilidad tan grande como la que se me ha ofrecido y como la que vengo a hacer. Vengo a cantaros lo que yo he vivido y lo que yo he conocido, lo que todos sabemos porque nos lo cuentan nuestros mayores pero que a todos “nos gusta recordar”.
En primer lugar, permítanmelo, me quiero confraternizar con todos aquellos pregoneros que me han precedido y a los que desde ya me uno. El Señor, mediante este encargo me ha hecho comprender que pregonar no es tarea fácil. Y no es fácil porque cómo decir todo lo que una lleva dentro, treinta y tres años vividos y ni uno solo perdido de semana santa en Cómpeta porque yo nunca he querido conocer otra. Sólo en Cómpeta puedo vivir el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Primero lo viví como niña, luego como joven y ahora que lo vivo de mayor: pues con más ganas. Quiero decir que desde muy niña, cuando entonces estaba Don Jesús al cargo de la parroquia, yo me he sentido muy mimada por Dios porque en cierto modo, siempre he tenido la oportunidad de leer para Él. Digo para Él porque yo recuerdo que en mis oraciones rezaba:”Señor yo quiero leer para ti” y Nuestro Señor me ha venido concediendo esa gracia durante muchos años, la de servir a su palabra (como me enseñara Nieves Espejo) en nuestra iglesia de Cómpeta.
Esto es divertido porque con Don Jesús, siendo yo una de las primeras niñas monaguillas en la humilde historia de esta villa, siempre leiamos la misma lectura y los mismos salmos. Así que cuando me di cuenta, siendo yo una mica, me sabía de carretilla (aún hoy la puedo recitar) la primera carta del apóstol San Juan y el salmo 23: “El Señor es mi pastor nada me falta” o el salmo 103: “El Señor es compasivo y misericordioso” cuando variábamos. Mi recuerdo entrañable también ahora para nuestro querido párroco D. Jesús que me enseñó a solfear, que puso en mi voz por primera vez la Palabra de Dios, que me dio la Primera Comunión y que me enseñó con su humildad la alegría y el amor de vivir la eucaristía en un ambiente tan sencillo y feliz envuelto en el olor permanente de la cera cuando los velillas eran de cera y aquel cuadro de mujeres mayores vestidas con sus toquillas negras que me escucharon de niña y que hoy me gustaría que me escucharan desde la gloria porque seguro que allí están.
Con D. Carlos viví la Eucaristía de una forma adulta, más profunda y cercana. El Señor otra vez me concedió la gracia de acercarme a su ambón para leer la monición de entrada en cada celebración y la dicha de ser en numerables ocasiones lectora de la lectura de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo en Viernes Santo.
Don José Luis me brindó la oportunidad de seguir trabajando para nuestra iglesia desde fuera y tuve algunas pequeñas colaboraciones en la revista Emaús que viene publicando la parroquia, escribiendo en algunas ocasiones el libro y el santo del mes. Pero es, sin duda, la representación de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en la plaza y por las calles hasta el monte, lo que a mi más me gusta hacer al lado de este querido sacerdote. Su capacidad y su vitalidad para poner en escena de una forma tan bella y sencilla todo lo que aquello representó. La primera vez participé de “pueblo” de la mano de Coral. La segunda fui la narradora. Y en esta tercera quisiera también poder participar de alguna manera.
A D. José Luis, nuestro párroco y a las hermandades les agradezco profundamente que se acordaran de mi para la elaboración de este pregón y espero con toda mi alma no defraudaros. Para todos vosotros mis saludos y mi cariño, especialmente para mi familia, mis amigos y para la junta de cofradías.
Permitidme que me adentre en la Semana Santa de Cómpeta, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección y Gloria. Permitidme en este Año Santo Jubilar ser una peregrina más como en su día lo fue Jesús por tierras de Galilea, paseando, esta vez, junto a Él, a través de nuestras calles. Permitidme que recuerde mi infancia y las anécdotas que me contaron, permitidme la mirada de niña.
Si los pregones son o deben ser el pórtico de la Semana Santa sirva este al igual que todos los anteriores como preludio de lo que aquí va a acontecer, de cómo vivimos y sentimos los competeños LA MUERTE, PASÍÓN Y RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
Desde siempre Cómpeta es un pueblo eminentemente religioso si por religioso entendemos estar unidos a Dios por medio de la fe. Aquí la Semana Santa la vivimos desde la óptica del misterio pascual y “Pascua” significa: Paso de la Muerte a la Vida. Es un pueblo comprometido con su fe desde tiempo inmemorial. Una fe que hemos heredado de nuestros mayores y una fe que hoy nos exige un compromiso con los que nos rodean. Una fe que se manifiesta de muchas maneras: en la iglesia con el culto y en las calles con las procesiones. Gracias a la gran labor de las cofradías, Cristo se aproxima cada año a su pueblo mostrando el sufrimiento, la pasión, su muerte y su Resurrección en sus tallas bellas y sencillas.
Mañana del Domingo de Ramos, mañana de primavera. Ya puedo oler el azahar de la ermita que te custodia y te venera. ¡Tantos años Señor, buscándote de puntillas! ¡Tú qué bien guardado a todas horas!, fuese a la que fuese aquella chiquilla. Encerrado Tú allí, yo a mirarte por la rejilla. Rejilla de la Ermita de San Antón que como un secreto en penumbra buscábamos con nuestros ojos de niños a Nuestro Señor de la borriquilla. La ermita en silencio vigila, no duerme, aguarda todo el año: ¡Tu salida! Y tú eres su mayor tesoro, Jesús de la borriquita, su ermitaño más fiel, ¡El que mejor la cuida! ermita de San Antón, ¡qué hermosa y chiquita! ermita de San Antón, ¡Ermita bendita!
Ya llegan los fieles. Es temprano en la mañana. Por el valle hacia arriba asciende levemente una suave brisa marina embadurnada de olores, perfumada de naranjos, olivos y limones. Viene alegre trepando por arroyos y cantos de acequias. Viene subiendo laderas de para traerte aromas de luz y radiante primavera que poco a poco se van anunciando cuando ya en San Antón las sombras se cubren de sol y todo el mundo te espera.
Sol dominical de las mañanas del Domingo de Ramos, palmas y ramos de olivo por encima de las cabezas y casi a ras del suelo, los hombres te sacan y te cargan y te suben y tú Señor, casi atrapando el aire: ¡te elevas! ¡Mirad qué bonita está un año más la borriquita! Y Jesús qué mirada tan serena, tan limpia y tan fija. Los niños más pequeños, sentados en los hombros de sus padres, la señalan -¡Mira, papá, es el Señor de la borriquita!
Pasan las palmas, pasan los ramos, avanza la comitiva y detrás viene el Señor con su manto púrpura montado en un asnillo lililla, trono de oro y blanco, ¡hacia la iglesia desde su ermita! Y a tu paso, Señor, yo soy una niña que te acompaña y te mira en procesión con alegría, escuchando los cantos, sintiendo la brisa... paseo de San Antón: aquel que fue de limoneros y naranjos otro día, el mar siempre de fondo, tras el verde el azul, más allá de una barandilla. Suenan las voces de las guitarras y el salmista ya entona el salmo 121 y nos ayuda a orar. Y mientras Tú sigues avanzando, señalando el camino, ¡Señor!, al pasar por las escuelas, voy escuchando la voz, Tu Voz: Levanto mis ojos a los montes...(Salmo 121)
A estos montes de Cómpeta, a esos que se derraman ahora en el transcurso de tu llegada, Señor, por esta calle larga de fachadas blancas. A estos montes tras las casas de la Sierra Almijara que salen también a tu encuentro en esta mañana de sol para postrarse a tus plantas. “ Levanto mis ojos a los montes” de olivos verdes, de aguas puras, de tomillo y jara. ¡Montes de las Sierras Tejeda y Almijara!
Levanto mis ojos a los montes
que no duerme el que te guarda
el que hizo el cielo y la tierra
el que guarda tu alma
¡tu corazón y tu casa!
La gente va bien vestida, se reparten sonrisas. El pueblo de Cómpeta avanza por la calle San Antonio seguidito seguidito pasando por mi puerta hasta la plaza. Y al volver la esquina de Lucía, Señor, te encuentras por vez primera con tu iglesia y la torre ocre y amarilla que desde su altura contempla la procesión de tus fieles y tu trono blanco al dar la vuelta. El séquito entre vítores canta el salmo 122: “¡Oh qué alegría cuando me dijeron: “vamos a la casa del Señor”! Tu casa, Señor, que es nuestro Templo. Y somos peregrinos para cantar y alabar Tu nombre en este Año Santo Jubilar que proclama a voces tu grandeza. La gloria de Dios por encima de dinteles y puertas.
Hosanna al hijo de David, bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel ¡Hosanna en el cielo! porque del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes.¡Portones! ¡Alzad los dinteles! ¡que se alcen las antiguas compuertas! ¡Que va a entrar el Rey de la Gloria!
Y como Jerusalén con su traje festivo,
vestida de palmeras, coronada de olivos
viene la cristiandad en son de romería
a inaugurar Tu Pascua
con Himnos de alegría.
Hosanna en el cielo.
Y ahora sí, todos a misa. Escuchamos tu Palabra en la Eucaristía. Y también la lectura de la Pasión en este día. Y luego, ¡a la calle, competeños! ¡que este domingo es de gran alegría! ¡Vámonos todos, mayores y niños, a acompañar en este domingo de sol a Jesús de la borriquita! Y después de este recorrido alfombrado de oración, charla y algarabía, vuelves, Señor, a tu ermita, ermita que antaño estuvo en las afueras de esta villa.
Señor Mío Jesucristo,
montado en la pollinica.
Yo te sigo mirando, con templanza de niña,
Yo voy con mi gente, llueva o haga sol
¡Hasta tu ermita!
porque tú eres Jesús,
¡Mi Jesús de la pollinica!
Yo no conozco ya digo
otro Domingo de Ramos,
me basta con este que es
el de mis padres, el de mis hermanos,
que fue el de mis abuelos, que es el de mi familia,
el de mis amigos de niña y el de mis antepasados.
¡que yo ya no quiero conocer
otro Domingo de Ramos!
Y es por eso que tengo,
tengo en mi casa de Jerez
un ramito de olivo
con doce hojillas secas
de un color verdecillo.
Todo el año me acompaña
este ramillo bendito
Y da a mi casa chiquita
¡Un airecillo festivo!
En Cómpeta, como en casi todos los pueblos y en casi todos los sitios, los niños nos desvivíamos por ir “a las velas”. Y digo “a las velas” porque así lo llamó, así lo denominó mi hermano Pepe Luis, con toda la gracia y arte de niño ( Eras muy chiquito, tendrías apenas la edad suficiente para comprender el cansancio) a este mundillo de las procesiones a las que nosotros nunca faltábamos y que seguramente hacíamos de la mano de nuestra madre o de nuestra tía Ángeles. Cuenta Eva, ustedes la conocen por Manola, que aquella noche su nuera Carmela y ella al abrir la puerta se encontraron a Pepe Luis –la calle desierta-(la procesión probablemente estaría en algún punto del camino, el arroyo, la carrera...) pues eso, se encontraron al niño tumbado a lo largo del escalón. Ante su sorpresa, le preguntaron: “¿pero Pepe Luis, mi vida, hijo, tú qué haces aquí?” Y el niño respondió: “Que estoy “mu cansaico” de las velas y “me he venío.” Creo que esto resume, en cierto modo, lo mucho que se ha vivido en casa la Semana Santa a lo largo de nuestra vida y cómo ya desde niños nosotros participábamos de ella y de cómo mi hermano se volvió para calle Huertos “mu cansaico” cuando el resto de la familia estábamos todos “en las velas”.
Es difícil, una se llena de nostalgia y olvido, poder recordar tantas cosas que se han vivido. La Semana Santa en la infancia de aquellos niños de C/ Huertos siempre fue una fiesta. Yo recuerdo que venían Mª Angeles y José Miguel y que su padre Miguel era el que nos preparaba los redondeles de cartón para ponérselos a las velas de forma que cuando estuvieran encendidas la cera de las velas cayera allí y no nos manchara. Recuerdo aquellas manos paternales dibujando la circunferencia en el cartón y recortándola después con esmero mientras los niños observábamos aquel proceso sencillo como si fuese lo más importante del mundo. La ilusión de un niño por llevar una vela es similar a la que pudo tener cualquiera de aquellos niños que formaban la banda de tambores y cornetas que para mi siempre dirigió aquel hombre delgado y escueto: D. José Arroyo ( más conocido por Pepe Títeres) con su hijo siempre a la derecha. Son imágenes que una guarda cuando recuerda la Semana Santa en la infancia competeña. Los niños que aún no comprendíamos el significado de aquellos misterios nos dedicábamos a llevar la vela, a apagársela a la del vecino, a pasear nuestra mirada por los ojos de los demás niños, a hacer pelotas de cera y a hartarnos de reír si algún acontecimiento extraordinario sucedía. El Señor siempre ha querido que sus niños sean felices y a veces también se ha hecho cómplice en las travesuras por eso , los mayores alimentaban nuestras ilusiones, se reían con nosotros y nos llevaban con ellos de una forma divertida, festiva y orante porque el niño ora con la risa que sin duda, es la oración más sencilla y bonita que se le puede regalar a Dios siendo niño en una procesión. Os invito a fijaros en esta Semana Santa en la carita de felicidad iluminada por la tenue luz de una vela en uno de nuestros pequeños. Os aseguro que es todo un encuentro con el Señor. Y mi recuerdo entrañable ahora para aquellos niños de la calle Huertos que me acompañaron muchas veces en procesión, especialmente para los que me faltan: mi amiga Vitori que siempre acompañó a Nuestra Señora de las Angustias y mi primo José con el que veíamos la película de la pasión.
Yo no sé,
tiene algo.
Siempre fue especial
la noche del Miércoles Santo.
Tal vez por ser la primera,
tal vez por la ilusión tan deseada
al ver a aquellos hombres
en los dumpers esparciendo por las calles
la arena...
para que nadie -nos explicaban-
¡se resbalara y se cayera!
Yo no sé, tiene algo....
¡era la primera!
¡Vamos niños, vámonos a las velas!
Que os espera Jesús Cautivo,
Cautivito de tristeza.
¡Capataz!, ¡da la señal! ¡que no tenemos espera!
Noche del Miércoles Santo, primera noche de la Semana Santa competeña. Ya casi puedo advertir detrás de tu imagen cautiva, los últimos tintes del cielo fundiéndose en este crepúsculo de primavera.
Se abren la puertas:
Cargadores con guantes blancos
y trajes de chaqueta,
emergen contigo, Señor,
desde la oscuridad de tu iglesia.
Y tú apareces
como un destello albo de luz,
desbordante de noche,
de esplendor y belleza
porque lo bello también es amargo
y te sigues sintiendo cautivo
pensando en cuantos hermanos
son despreciados por su raza
o su situación en el trabajo.
Así lo refleja
Tu rostro
dolorido y sagrado.
Suena el himno de España
al son de las trompetas.
¡Ya está el Cautivo en la plaza!
¡Ya la barandilla está llena!
Mirad qué hermosa figura
bajo una luna de fondo oscuro
casi llena.
¡Vamos competeños!
¡Enfilad vuestras velas!
Muy en silencio, meditando,
acompañando a Jesús cautivo,
¡cautivito de tristeza!
Baja ya por calle José Antonio,
parece que andara
arrastrando su pena.
Y detrás a escasos metros, Nuestro Padre Jesús atado a la columna.
Es un moreno
con la mirada perdida
clamando al cielo.
Es el Señor atado a una columna
de tortura y sufrimiento.
Y se pregunta mil veces:
¿por qué llaman “gitano”
a mis hermanos morenos?
¿Por qué los desprecian si son
también humanos y buenos?
Los gitanos te sacan, te llevan, te acompañan,
te gritan: ”¡moreno!”, ”¡guapo!” “¡TE CANTAN!”.
Y Tú, retorciéndote a cada dolor,
muestras la espalda descubierta al viento
y flagelada.
Y en la noche del Miércoles Santo,
Yo también soy gitano, gitana
Para mirarte y remirarte,
Para cantarte y gritarte:
¡VIVA EL MORENO!
Y ahí vamos los competeños, calle José Antonio, calle Huertos....tras las huellas de Jesús meditando el misterio, mientras otros aguardan tu salida, Madre Nuestra, en la plaza.
¡Oh Virgen de los Dolores,
Madre del cielo,
Madre de Él
Y Madre nuestra!
Queremos también acompañarte
Por nuestras calles tras sus huellas.
Tu dolor va acaparando
las horas de la noche
y cerrando callejuelas.
Como tantas madres que van
al encuentro de sus hijos metidos
en el mundo del alcohol, del sexo y de las drogas.
Tu dolor es su dolor
¡Y vuestro dolor es el nuestro!
Y en la plaza almijara, cuando Tú vas bajando la cuesta del quiosco, tu hijo sale a tu encuentro y te espera. La plaza en silencio, la gente observa, hombres de trono con capas y recogimiento. La señal del capataz es el único sonido que yo siento. Y la Virgen bajo palio, a Tu encuentro!
El Jueves Santo es el día por excelencia del Amor Fraterno, así lo expresa San Juan en el capítulo 15, 9-10: “Como el Padre me amó yo os he amado, permaneced en mi amor” Día del Amor Fraterno en el que Jesús se da hecho Pan y Vino. Hecho Eucaristía como realidad permanente.
Yo te ví por sendas cansado y rendido…
…Quien te habrá ocultado bajo pan y vino
Quien te habrá ocultado cordero divino.
(Coplas para el Vía Crucis)
Día del compartir y cómo Jesús antes de cargar con su cruz hizo su testamento de quedarse con nosotros en el Pan y el Vino hasta el fin de los siglos que cada año recordamos tan gran acto de servicio en el lavatorio de pies a sus discípulos. Y cómo no nos podemos quedar sólo en lo externo, en la procesión sino que tenemos que estar siempre mirando a las personas que tenemos alrededor. Estar en continua COMUNIÓN (Común-Unión) tanto en el dolor, el sufrimiento, como en el silencio, como en la soledad. Que en Cómpeta pueda ser una realidad el “Amaos unos a los otros como yo os he amado” San Juan, cap.15, 12-13 y ss., sin distinción de raza , lengua o religión.
Yo tengo muchos recuerdos de la noche del Jueves Santo pero si cierro los ojos sólo me llega una imagen de niña en el nº 4 de calle Huertos. Una ventana de par en par y una chiquilla enferma, contemplando la imponente imagen de un Jesús Nazareno cargando con la cruz casi a ras de la ventana. Debió ser impresionante para una niña de tan pocos años. Son impresionantes las dimensiones de la cruz sobre la talla esbelta y dulcemente encorvada de Jesús.
Si te miro de frente aparece toda tu humildad y resignación por encima de tu manto morado y aterciopelado con un ramo de uvas despuntando verde esmeralda. Si te miro de cerca, me encuentro con tus ojos entreabiertos, henchidos de amor clavándose en los míos. Si te miro en la plaza desde un ángulo lateral, me aparece tu perfil bellísimo de gracia y curvatura. Véanlo así, es una silueta magnífica. Y si te veo ascender por calle Huertos desde arriba, pareces venir a mi al son de las trompetas y los nazarenos hasta descansar en lo alto, en la puerta de Angelita Romero. Una cruz perfilada de luz y dolor que me hace pensar: Jesús, ¡qué gran hombre fuiste! Y ya por último, si te veo desaparecer por la otra ventana de mi casa de niña, aquella ventana chiquita que daba al bancal del limonero, es como si pasearas con Tu cruz sólo, caminando por la calle San Sebastián hasta el cementerio con un reguero de lucecitas que en la distancia, te acompañan en silencio. Y sigue el itinerario, Avda. de Torrox, Plazoleta, calle Toledo...despacito, despacito, ¡hasta tu templo!
La estrella del norte, la perla del mar
La flor de los campos me enseñan a amar
A ti Jesús mío, dulce nazareno
Ve ante mis ojos, muérame yo luego.
(Coplas para el Vía Crucis)
Saben, yo fui una de las primeras niñas que se vistieron en Cómpeta de nazareno con la pandilla de mi infancia y nos lo pasamos bomba acompañando a Jesús. Me queda la creencia de que nuestra alegría seguro que le hizo la carga más leve y llevadera.
Bueno, despacito, despacito....hasta Tu templo pero antes en la plaza esperas a tu Madre que viene todo el trayecto llorosa, preciosa, silenciosa, sin dejarte un momento. Compartiendo contigo tanto sufrimiento.
Tú te quisiste quedar para siempre en la Eucaristía con nosotros y nosotros en agradecimiento queremos quedar contigo esta noche en profunda oración y silencio.
La estrella del norte, la perla del mar
La flor de los campos me enseñan a amar
A ti Jesús Mío, dulce nazareno
Que me estás amando en el sacramento.
Despierta Cómpeta en la mañana del Viernes Santo con hombres bien trajeados que al alba encaminan sus pasos tras Jesús Crucificado en un bellísimo y respetuoso Via Crucis por las calles de nuestro pueblo.
“Jesús en la Cruz despreciado, deshecho de los hombres, varón de dolores, sabedor de dolencias, despreciado y no lo tuvimos en cuenta y con todas nuestras dolencias cargó Él. Soportó todos nuestros dolores, herido y humillado de Dios y de los hombres sin abrir la boca. Como cordero llevado a matadero y como oveja ante los que la esquilan sin abrir la boca. Indefenso se entregó a la muerte y como un rebelde fue condenado cuando Él llevó el pecado de todos e intercedió por la humanidad”
Así nos lo presenta Isaías en el cuarto canto del siervo de Yahvé. Cap. 53, 1-12
Viernes Santo es día de dolor, de sufrimiento, de aromas de incienso, día de la donación mayor: “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos” San Juan, cap.15,13. Y cómo Jesús se entrega al Padre. También es el día en que Jesús ora por todos nosotros, cómo le pide a Dios no para que nos saque de este mundo sino para que nos mantenga en él como hijos amados de Él.
Hoy esta muerte de Jesús está representada en tantas mujeres muertas por la violencia de género, calladas, humilladas, maltratadas. Y las víctimas del 11 de marzo. En tantos emigrantes que mueren en el estrecho o en el intento de buscar una vida mejor y que a nosotros nos parece una cosa de todos los días.
Y Jesús Crucificado, tras unos meses de ausencia y como revelación más perfecta del amor, vuelve a su casa....restaurado. A su trono majestuoso de claveles rojos o lirios morados.
En la Cruz clavado, mi Jesús clemente
Que por redimirnos mueres inocente,
Flor de serafines, dulce Jesús Bueno
Veante mis ojos, muérame yo luego.
Estas coplas poéticas las vamos a escuchar en este día y después otras de gran valor en las Siete Palabras que de una forma tan hermosa, bella y particular nos viene cantando todos los años Mª Carmen Fernández Ramos junto al coro y al maestro organista, primero siempre pusieron la música las manos y los sentimientos de Manuel Román pero ahora desde hace un tiempo lo viene haciendo magníficamente también Cándido Romero. Y después por la tarde la adoración de la cruz y la última comunión previa a la Resurrección.
Y por la noche, noche central de procesiones. En primer lugar, Cristo Crucificado ahora con todo el mundo. Hombres y mujeres, niños y abuelos. Y detrás, Nuestra Señora de las Angustias representando el dolor de una madre que tiene en sus rodillas a un hijo asesinado injustamente. El hijo parece un hombre cualquiera en sus despojos mortales pero aunque podía ser un hombre cualquiera es Cristo muerto.
En brazos de María
El cadáver sangriento
Ponen para tormento
De un pecho maternal.
La belleza del dolor está altamente representada en este conjunto escultórico que a mi siempre me ha parecido bellísimo. La Virgen no mira a Cristo sino que con la mirada inclinada hacia arriba parece aceptar en silencio la voluntad divina. Se me representa el dolor tremendo de esas madres que pierden un hijo joven a causa de una enfermedad injusta como puede ser el cáncer o por el desenlace fatal de un accidente de tráfico, moto o coche. Jóvenes que desaparecen y de los que no sabemos nada. Os invito en este día a solidarizarnos con el dolor, ya digo, tremendísimo, de estas madres de Cómpeta que sufren hoy esta desdicha. A ponernos en su situación, a acompañarlas y a rogar a María Santísima para que les ayude a encontrar una explicación por medio de la fe y les de fuerzas para vivir.
Y después de Nuestra Sra. de las Angustias, el Sepulcro o Santo Entierro con la solemnidad que le caracteriza del pintor competeño Ávila, luciendo este año su trono nuevo y a cargo del ayuntamiento.
Y cerrando la noche, llevada por mujeres y después del largo recorrido, nos encontramos en la plaza junto a las demás imágenes a María Magdalena o Maria de Magdala que se balancea al compás de la música y de los demás tronos con el airecillo de la noche reclamando el alba. María Magdalena es una imagen muy nuestra también que siempre nos ha acompañado en la Semana Santa competeña. Hay que resaltar que con su trono nuevo y recuperada del abandono en que en cierto modo se encontraba, María Magdalena está mucho mejor cuidada, más guapa y representa un aire juvenil similar a la edad que pudo tener en la realidad y también a la fuerza de la juventud que caracteriza a esta hermandad. María Magdalena también fue una mujer joven que acompañó a Jesús en todo el proceso de la evangelización y una de las conversiones más importantes en la historia del Nuevo Testamento. Vayamos a San Juan, cap.8,11ss. “¿Ninguno te condenó?” Y ella contestó: ”Ninguno Señor” Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y no peques más” A raíz de aquí, María Magdalena cambia radicalmente su vida. De ella aprendemos la transformación que pueden sufrir las personas a causa del amor. Quizá se sintió querida por primera vez. La transformación del perdón. Quizá fue perdonada por primera vez. Y más allá de todo esto, el poder que tenemos nosotros, tú y yo, para transformar las muchas vidas vacías, tristes, desconsoladas, faltas de ilusión y entusiasmo que tenemos alrededor
Y cerrando la noche, Nuestra Señora de la Soledad. Madre con la soledad sonora de sus hijos muertos a la fe, a la religiosidad, a los valores fundamentales que se nos van de las manos.
Viernes Santo, “Nadie tiene mayor amor que el que entrega su vida por sus amigos” San Juan, cap.15. 13-14. Sí, nadie tiene mayor amor...
En enero, una amiga mía escribía así: Hemos pasado unos días de frío enorme, hemos visto los campos con carámbanos, con hielo, los árboles desnudos de hojas y frutos, las plantas sin flores, los rosales sólo con los espinos. Hemos tenido que podar árboles, plantas. Cortar nuevos tallos, enterrarlos en nueva tierra y ...ya están empezando a brotar, a los árboles se les va viendo llenos de yemas, los rosales empiezan a despuntar, los geranios empiezan a reverdecer, los animales empiezan a despertar de su letargo....y en pocos días la naturaleza reventará de vida, resucitarán del letargo de la muerte. Los adolescentes y jóvenes empiezan a enamorarse, a enviarse mensajes y flores. Nacen nuevos niños en las familias, nuestros pueblos parecen vivir con unos deseos ardientes de paz, paz para todo el mundo y todos los humanos. Si caminamos y vivimos con estos sentimientos podemos estar comenzando el Misterio Pascual y Pascua significa “Paso de la Muerte a la Vida”, es decir, vivir el misterio de Cristo Resucitado.
Después de un día de luto, silencio y recogimiento, de altar desnudo en el sábado santo, después de vivir el sufrimiento y el dolor de la pasión y la muerte, Jesús al tercer día Resucitó. Es dificil de entender, tampoco lo vieron con claridad su madre y las otras mujeres ni sus discípulos. Imaginemos cuando se aparece ante ellos. Probablemente ellos se cuestionarían mil preguntas...y allí estaba Jesús con una paciencia infinita recondándoles todas las Escrituras y los profetas que anunciaron su muerte y resurrección para darles clarividencia. Y como enseguida les comunica el mensaje principal de la Resurrección: LA MISIÓN: Id, anunciad, bautizad, perdonad....Jesús diría: “No os quedéis ahí parados, empezad a caminad, moveos”, “Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” Mateo 28,(18-20) Jesús manda a sus amigos para que sean testigos y germen de la Resurrección. Nosotros también podemos serlo en nuestro trabajo de cada día, en las cosas más ínfimas y cotidianas porque ni una sola deja de ser extraordinaria al estar llena de vida, y la gran oportunidad de poder serlo ante las personas que nos rodean . . .con ayuda verdadera o un simple gesto. Dios nos regala el don para que nosotros podamos experimentar esta resurrección pero para ello hay que querer.
Después de la noche más hermosa, “Oh noche maravillosa”, la noche en que Jesús nos rescató para devolver a los hombres la amistad con Dios... vuelven a sonar las campanas para anunciar la misa de pascua del Domingo de Resurrección y tras ella, nuevamente nos vamos los competeños a la procesión para acompañar la imagen semi-desnuda y victoriosa de Cristo Resucitado, desprendido y libre con su mano apuntando al cielo. Alegres en el color de sus trajes y simbolizando vida, le siguen María Magdalena y María Santísima llevada con simpatía y sencillez por los quintos y quintas. Jesús por las calles de nuestro pueblo parece anunciar el saludo del Resucitado que siempre es: “Paz a vosotros, Os doy mi paz, Os dejo mi paz, ....transmitid mi paz” Porque Resurrección y paz van intimamente unidas. La paz es fruto de la Resurrección como los sacramentos son fruto de la misma. ¡Qué gran hombre fuiste Señor! Sólo tú el Camino, la Verdad y la Vida. Por eso voy a terminar manifestando lo que Dios por medio de San Pablo nos revela esta tarde: De parte de Dios y Cristo Resucitado: gracia, misericordia y paz. Pues que Cristo Resucitado nos conceda la paz para vivir una Pascua llena de esperanza, alegría, compromiso y misericordia en este Año Santo Jubilar por la gracia. AMÉN.
19 MARZO DE 2005