Pregón Antonio Fernández Navas. 2017

 

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Desde aquí, una mención de admiración, consideración y respeto, para ti Isabel, el pregón tuyo del año pasado, dejo en esta tribuna un listón difícil de superar.
Gracias por las palabras que me dedicas y las hago extensibles a todos mis antecesores. 
Los Pregoneros de la Semana Santa de Cómpeta.
 
Hombres y Mujeres, a veces sin más interés que su Fe, sin más oratoria que su corazón, y sin mayores dotes de expresión que su sentimiento.
 
Pues nada material se gana con ser pregonero,  y si a veces, es someterse  a un ojo crítico, no siempre comprendido ni halagüeño, pero creo que el simple hecho de subir a este lugar y tratar de colaborar con las tradiciones cristianas de este pueblo, ya es valorable. 
 
A todos, hoy más que nunca, les comprendo y admiro, porque también siento ese miedo escénico de hablar en público y la responsabilidad, de tratar de trasmitir, aún no sé cómo, un mensaje cristiano.
 
Pero también es cierto que oigo, como si una voz en mi interior me dijera: “agradece y tranquiliza tu corazón, calma tu ánimo, y no tengas temor”.
 
Aquí estoy para contaros lo que sabéis mejor que yo. Cualquiera de vosotros podría haber sido el pregonero, porque mi único aval, si es que alguno tengo es que habéis confiado en mí, espero no defraudar.  
 
Bajo estas premisas, espero y deseo, que mis cuerdas vocales, solo sean el hilo conductor del sentimiento que aflora mi alma. Pues solo me siento un pecador, que ha tenido el valor de subir a este sagrado lugar para hablar de Jesucristo.
Antes de continuar, quiero hacer una mención especial a nuestros niños y niñas.
 
A nuestras próximas generaciones, por la procesión de los tronillos, quiero trasmitirle mi enhorabuena por su buen hacer y mi felicitación personal, por vuestro trabajo y entusiasmo.
 
Sois, la nueva sabia. Retoños de la Fe, y depositarios del legado de nuestras tradiciones cristianas.
 
Hace tiempo me pregunto Aurora….como lo llevas….le dije que bien pero le estaba mintiendo….nadaba en un mar de dudas hace ya algunos años, me propusieron ser el pregonero, a lo que respondí con un NO rotundo, mi soberbia me pudo, eso sí una pequeña llama se prendió en mi corazón que intente apagar, sin conseguirlo, ese rescoldo ha permanecido y se ha ido inflamando cada vez más entendí que era el momento. Estuve la SEMANA SANTA  pasada,  viendo y viviendo las costumbres, ritos y liturgias del pueblo….leí algún pregón…y veía que estaba todo dicho y me dije Dios mío, como puedo trasmitirle  a mis hermanos, a mis amigos, a mis paisanos, a todo el pueblo mis sentimientos, como salgo airoso de  esto, no  me des la espalda y de nuevo me susurro Aurora disfrútalo y siéntete bien con lo que haces, recordé la frase que dijo Jesús…”Yo soy la luz del mundo” eso es, es la señal que estaba esperando, gracias Señor.
 
 Y empezando por lo primero, poniendo a Dios en su sitio.  Porque no es lo mismo un mundo en el que DIOS es DIOS a un mundo en el que ante el vacío y la falta de DIOS, yo mismo tengo que hacer de DIOS  y la triste realidad es que no llego.
Con DIOS en su sitio se entiende la Semana Santa, se entiende la tradición, se entiende la historia de este lugar, se entiende la hermosura de lo que se proclamará en las calles y la poderosa llamada ancestral que hace que todos quieran ser parte de la Semana Santa en Cómpeta.
 
Con Dios en su sitio se entiende la historia viva de los pasos, las maderas, las tallas y las figuras que van a desfilar por nuestras calles. 
 
Con Dios en su sitio se puede encontrar uno con la historia de sus abuelos y de sus tatarabuelos y cuantos los precedieron, y comprender el alma de un lugar que fue edificado en torno a una vivencia extraordinaria de cristiandad.
 
Con Dios en su sitio se puede soñar, se puede volar alto, y se puede descansar, porque El guía nuestros pasos y como Padre quiere lo mejor para ti y para mí.
 
Con DIOS en su sitio en definitiva, nos podemos entender a nosotros mismos y salir de ese galimatías de vida que muchas veces nos hemos montado en sustitución de Dios.
 
Esa es la Semana Santa de verdad, y esa es la Semana Santa que anuncio en este pregón inaugural. 
 
Sí, mi fe, tras este pregón ha quedado fortalecida, ahora, cuando vea las imágenes y los Pasos de Semana Santa procesionar, además de admirar su talla, valorar el esfuerzo de las hermandades y sentir lo que ese Paso representa,
también me supondrán una reflexión, un parón en mi vida cristiana, serán un hilo conductor entre los tiempos, una manifestación de Fe.
 
Por eso, cuando vea a ese Cristo atado, flagelado, con su cruz a cuestas, crucificado, o la imagen de la Virgen, sabré mirarla con los ojos del corazón y brotará una oración de mi alma.
 
 
Si no lo consigo, humildemente, perdón.
 
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Pregón Semana Santa 2017 
Permítanme empezar por lo primero que hace todo el mundo encargado de pregonar, saludando y agradeciendo a los presentes quienes lo han invitado, pero me tomaré la licencia de hacerlo de una manera distinta: Gracias, en primer lugar, a Dios Padre que nos hizo y al Espíritu Santo que se derramó sobre nosotros, pues son ellos junto con Jesús quienes un día pensaron que hoy estaríamos aquí, en Cómpeta, celebrando la Semana Santa.
 
Gracias a Nuestro Señor Jesucristo, que nació, murió y resucitó por nosotros hace ahora ya más de 2000 años, y es la razón primera por la que estamos aquí reunidos para celebrar la Semana Santa. Es esta liturgia la que celebramos y su paso entre nosotros el que me toca pregonar.
 
Gracias también a su madre la Virgen María, a quien queremos y veneramos porque ella fue quien nos trajo a Jesús. Y no sólo eso, sino que Jesús nos la dejó como madre para cuidar de nosotros, y por eso en estos días la acompañamos en su particular semana de pasión, pues recordemos que ella fue quien estuvo a los pies de la Cruz con Jesús.
 
La Semana Santa empieza por ellos, y lo que se vive en ella sólo tiene sentido si se entiende que es su semana tanto como la nuestra, pues lo que Jesús vivió podemos actualizarlo nosotros hoy en día.
 
Gracias por tanto también a la Iglesia, pues fue quien hizo de lo vivido en Jerusalén en el año 33 lo que vivimos hoy. Gracias a que hubo un San Pedro, y unos apóstoles, que guardaron la memoria de lo que hizo Jesucristo y esparcieron la semilla por todo el mundo.
 
Gracias a que tantos otros como San Pablo que no conociendo al maestro en persona dejaron todo y se dedicaron a ser cristianos por el mundo, anunciando que Jesús nació, murió y resucitó por nosotros.
 
Gracias a los cristianos que nos precedieron y nos ven desde el cielo, gracias a quienes mantuvieron la tradición recibida de padres a hijos, de generación en generación para llegar hasta nosotros.
 
Gracias también a quienes hacen posible la Iglesia hoy en día, a todos los bautizados que forman parte de ella, a los laicos, los consagrados y los pastores que forman el Pueblo de Dios.
 
Porque como decía el Papa Francisco, No tenemos derecho a quedarnos acariciándonos el alma. A quedarnos encerrados en nuestra cosita… chiquitita. No tenemos derecho a estar tranquilos  y  a  querernos a nosotros mismos… Tenemos que salir a hablarle a esta gente de la ciudad a quien vimos en los balcones. Tenemos que salir de nuestra cáscara y decirles que Jesús vive, y que Jesús vive para él, para ella, y decírselo con alegría… aunque uno a veces parezca un poco loco.
 
A Dios dice el santo padre le tenemos muy encerrado en nuestra “cosita chiquitita”. Quizás algunos lo encierren en el cumplimiento dominical, sin permitirle salir fuera. Quizás otros lo hagan en su Cofradía, donde se le saca por la calle pero no se le deja entrar en su corazón. Quizás otros lo hagan cerrando físicamente las puertas de su casa y no queriendo saber nada. También algunos habrá que lo encierren queriendo quedarse con la fiesta y no con el santo. Y a buen seguro muchos lo encerramos también cada vez que no somos auténticos cristianos en nuestro trabajo, nuestra familia, nuestros planes…
Gracias a la agrupación de cofradías, a ti Pilar como máxima responsable y a cada uno de los hermanos mayores de cada cofradía, que con esmero, cariño y tesón preparan esta Semana durante todo el año, y dan lo mejor que tienen. Soy testigo de ello. 
 
Gracias por depositar en mí, vuestra confianza para ser la voz de esta villa. 
 
Gracias también a las autoridades, civiles y militares, aquí presentes. Son tiempos donde no está de moda ser autoridad, pero como cristianos recordamos lo que precisamente dijo Jesucristo en esta Semana de Pasión, que nadie tiene autoridad si no se la es dada de lo alto, y a ellos les debemos el respeto, el apoyo y nuestras oraciones para que cumplan con su labor, pues la suya es una responsabilidad muy grande de la que algún día tendrán que dar cuenta también.
 
Gracias en último lugar a nuestro párroco, don Luis Miguel. Yo le pido a Dios, y a buen seguro el párroco también, que esta sea una SEMANA SANTA Grande y vivida en lo más profundo para todos los habitantes de Cómpeta.
 
Que todos los que participan en ella, los que cuidan de las cosas para que salgan bien, los que llenan las calles y la iglesia puedan empezar por lo primero, que es Dios mismo, como lo manifesté anteriormente y descubrir esa maravillosa historia de Salvación que también es la historia de Cómpeta y nos ha llevado a todos precisamente aquí en el día de hoy.
 
Yo, que soy nuevo en esto de pregonar, me pregunto si acaso ésta no es la mejor manera de empezar, pues muchas veces damos gracias a tanta gente, empezando por los importantes, y nos olvidamos del más importante que no es sino AQUEL CUYA SEMANA SANTA VAMOS A CELEBRAR. 
 
Permitidme hacer memoria de mi infancia y recordaba cuando nuestro pueblo tenía sus calles toscamente empedradas y terrosas. Cuando los hierbajos y la grama surgían por todos lados y un reguerillo de agua parduzca acompañaba los caminares. Donde bajar corriendo a la carretera donde trabajaba mi padre, podía costarte un trompicón y abrirte la cabeza….gracias a Dios eso nunca ocurrió.
 
Recuerdos donde se asoma un niño contemplando ensimismado las gentes con velas encendidas, tronos iluminados con grandes y pesadas baterías, hombres  bajo una enorme y negra capa y la puesta en escena de nuestras imágenes por las calles empinadas de mi pueblo. Donde bajar con un trono por la calle José Antonio era una dificultad añadida para los hombres que lo portaban, como Sebastián (Sebastianejo para los más allegados) se encargaba de esparcir arena por las calles, para que no nos resbaláramos con la cera.
 
De pequeño, ilusionado e inquieto, como un ritual sobrecogedor y aventurero, acompañado con mis padres salíamos para contemplar y acompañar a Jesús y a su Madre en el recorrido procesional el descubrir la presencia de Jesús de Nazaret  que salía a mi encuentro aun sin saberlo. Estos días grandiosos que se avecinaban al ritmo de las vacaciones de la escuela.  Cuando venían a casa de mi abuela Concha a pedir la capa y ella decía siempre no la llenes de cera. Recuerdos que se quedaron grabados en lo más profundo de mí ser.
 
Tengo que decir que a temprana edad deje esta villa que me vio nacer y me traslade a la capital, allí fui creciendo y separándome de la iglesia ya que no experimentaba el amor de Dios en mi vida, era un consumidor de liturgias y ritos que no me decían nada, los padres Agustinos son testigos de ello, mi rebeldía les superaba, lo único que me mantenía unido a la iglesia era mi cofradía de Málaga  la conocida por “Jesús el rico”. El experimentar el peso del varal en mi hombro me trasporto a una noche mágica en Cómpeta en que me permitieron  por primera vez y por unos minutos ser hombre de trono portador de una imagen, esa imagen fue la de María Magdalena la pecadora, la que no tenía excusa, la que era reo de muerte por lapidación que más adelante hablaremos de ella, tengo que decir que me convertí en el hijo prodigo, durante un tiempo me olvide completamente de Dios haciendo y deshaciendo como me venía en gana hasta que toque fondo. Llego un momento incluso que perseguí a la iglesia como san Pablo, bendita la hora en que Dios me tiro del caballo, y empecé a conocer a Jesucristo a través de la iglesia, que como una madre buena y mucha paciencia, me fue inculcando de nuevo  el amor a Dios , me puso una esposa, una compañera para comenzar esta andadura y unos hijos fruto de este amor, intentando ser con la ayuda del Espíritu Santo como la familia de Nazaret que vivían en humildad, sencillez y alabanza donde el otro es Cristo.
 
Amanece  el Domingo de Ramos 
 
Me encuentro  intranquilo, expectante
 
Hay nerviosismo,…..      
                                                                               
 Cómpeta va a vivir como Cristo va a hacer su entrada en este pueblo, en esta pequeña Jerusalén,  me dirijo al San Antón, todo el mundo se arremolina en torno a la ermita, allí comienza la entrada triunfal del Mesías a lomos de un asno, dice la escritura….. Alzaos puertas, alzad los dinteles, que va a entrar el rey de la gloria. Va rodeado de los suyos, hombres y mujeres, jóvenes y una multitud de ilusionados niños, que portando palmas quieren aclamarlo “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”                               Todos contentos, acompañamos a Jesús, hasta  el templo y después lo acompañamos en su recorrido por todo el pueblo, gritando:
 
Hosanna porque viene el salvador,    
Viene el que me va a quitar todos los problemas.                   
Viene el que va a cambiar a mi marido que es un violento.                                                                     
Viene el que va a cambiar a mi mujer  que es muy terca.                                                                           
Viene el que va a cambiar a mis hijos que son unos incompetentes.                                                                                 Viene el que va a cambiar a mi jefe que es un explotador.                                                                   
Viene el que va a cambiar a estos políticos y va a poner a unos como Dios manda.                                                             Viene el que va a hacer mi voluntad,                                           
todos arremolinados en torno a él, todos contentos porque hemos oído decir que hace milagros, curaciones, expulsa demonios, todos lo acompañamos y le pedimos que nos hable, que ponga orden, que arregle nuestras vidas, que nos dé una palabra de ánimo, y nos la da:  palabras como “SHEMA ISRAEL, ESCUCHA ISRAEL, EL SEÑOR ES TU DIOS EL SEÑOR ES UNO, AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, CON TODA TU MENTE Y CON TODAS TUS FUERZAS.”  
                                                                                        
Palabras como “NO OS RESISTAIS AL MAL”,    
       
 Palabras como   “AMAD A VUESTROS ENEMIGOS”
 
 Palabras que hacen saltar en nuestro corazón el juicio y la murmuración, pero…….. ¿Este no es el que me va a solucionar mis problemas?, este……….. me lo han cambiado.
 
Y Dios permite que durante el lunes y martes santo tú le des vueltas, recapacites, pienses lo que te ha dicho.
 
Días en que esta frase asalta mi mente no dejo de pensar en ella, y me pregunto ¿Cómo puedo amar al Señor con todo mi corazón, con toda mi mente y con todas mis fuerzas?
Y mi madre la Iglesia me da la respuesta.
Con todo tu corazón: aceptando sin murmurar contra Dios, los sufrimientos, las incomodidades propias de tu situación, y ayunando.
 
Con toda tu alma: Aceptando la cruz que crucifica lo más profundo de tu yo, y rezando. 
Con todas tus fuerzas: Poniendo todo tu trabajo al servicio del señor, y dando limosna.
Después de escucharlo, de meditarlo, llego a la conclusión de que esto que me dice no está hecho para mí, esto es imposible de hacer en mis fuerzas, esto lo dice un exaltado, también me dice que no me resista al mal, que ame a mi enemigo….esto no va a terminar bien.
 
Noche del MIERCOLES SANTO
me acerco a la iglesia, cada cofradía afanándose por dar esos últimos retoques nervios, bullicio, todo lo que supone prepararse para una estación de penitencia, mucha gente, nazarenos, mantillas, hombres de trono, curiosos…..pero mis ojos se fijan en un hombre de entre toda la multitud…..entra sin hablar con nadie, no se atreve a mirar a ese Jesús con las manos atadas veo en él como un sentimiento de culpa, como si  en su corazón lo acabara de denunciar, lo pierdo de vista, crece el nerviosismo, movimiento de bancos de personas, se abren las puertas del templo y Jesús cautivo se dispone a caminar por Competa, donde muchos lo insultan y nadie lo defiende, donde muchos lo golpean y nadie lo consuela, otros no entienden nada solo miran y de nuevo me vuelvo a encontrar a este hombre que en el más absoluto silencio sigue a Jesús de lejos como hizo san Pedro por miedo a que lo reconociesen. Sigo caminando, buscando a este hombre que ha despertado mi curiosidad, le sigo buscando, camino  por las calles, pensando en ese personaje misterioso, al que ya no vi más, me paro y recapacito, me doy cuenta que, yo también he denunciado a ese inocente, a la altura de San Cayetano, justo donde más se estrecha la calle levanto la mirada, allí está EL SEÑOR DE COMPETA, JESUS CAUTIVO, Imponente y sencillo, mirada recogida y profunda. Túnica blanca, pesados cíngulos y escapulario trinitario en el pecho.
 
Con ese cordel dorado, que aprieta y hace sangrar sus muñecas, dándome cuenta que soy yo el que lo ha atado, esas manos limpias y puras de pecado, que han curado y sanado,  sin embargo las aprieto más y más sin ninguna compasión, las he hecho prisioneras…..de pronto me digo que estoy haciendo, siento como un escalofrío recorre mi cuerpo, suelto la soga, me miro las manos y le miro a él. Aparto mi mirada es insoportable para mi mirarle y me repito ¡que he hecho!...... Por culpa de mi pecado tú vas a sufrir, por culpa de mí pecado tú vas a morir. Sin embargo al punto que mis lágrimas recorren mis mejillas experimento una gran paz, levanto apresurado la mirada y me lo encuentro de nuevo más cerca de mí  en su mirar no encuentro rencor, ni odio, me trasmite paz, veo amor, veo perdón, pero….por qué?    Dios mío…… ¿por qué me miras así ?... no es justo, sabes que el que la hace la paga, a lo que me contesta………
yo he venido a este mundo, a tu mundo, a tu historia para salvarte.
 
Sigue caminando, calle adelante ese Jesús cautivo con su comitiva de túnicas blancas, al que le sigue el que Pilatos mando azotar, Jesús atado a la columna, desde los balcones y terraos caen sobre su espalda lagrimas para aliviar su dolor, dolor que ni siquiera puede ensombrecer la dulzura de su rostro, en la curva del arroyo pasa a mi lado.                                                             
Que grandeza tiene Jesús en la Columna.                  
Cuanto habla el gesto de Jesús en la Columna, si los hombres no cerramos nuestros oídos, y sabemos escucharlo.                                                         
Tengo que decir, que a medida que escribía estas líneas, a medida que me adentraba en la escena, mi cuerpo se estremecía de  espasmos y mi corazón se sentía cada vez más columnario. Cuanta crueldad descargaron aquellos sayones sobre el cuerpo de Jesús. Uno a uno, los cuarenta latigazos duelen como otras tantas puñaladas.  Cuanto escarnio sufrió por parte de los soldados romanos, en definitiva los militares de la época, que a Jesús le producen esas heridas, esos surcos en su espalda, cada surco un pecado y me quedo impasible mirando como ese látigo le va arrancando trozos de piel y como su sangre se empieza a verter, bendita sangre que limpia mi pecado, sangre que me da la vida, sangre de perdón y así pasas delante de mi Jesús como dice el salmo…………Ante quien se vuelve el rostro………….si ante quien se vuelve el rostro ya que no soy capaz de mirar lo que estoy destruyendo, no es agradable a la mirada sin embargo le miras a los ojos, ojos ensangrentados  por el terrible dolor que le ocasiono y ves el gran amor que me tiene, ves como no abre la boca para protestar como un cordero llevado al matadero. Él sabe lo débil y pecador que soy, me conoce perfectamente.
 
Mirándole a los ojos le pregunto…….. ¿Quién eres Jesús quién eres?  Que no te conozco, no te entiendo, pero tu actitud me denuncia, corro huyo, busco donde esconderme, para verle pasar calle adelante sin ser visto ya se aleja, ya traspone, sin embargo me encuentro  con otros ojos, los ojos de esta mujer que si marca mi vida, la virgen María, todo el dolor callado, lo llevas dolorosa en tu bello y triste semblante,…. la madre con el corazón roto, yo se lo he roto, soy culpable, pero en su mirar no veo juicio hacia mí, como hace una madre, ve, escucha y calla. No entiendo lo que está pasando me supera esta situación, llego a casa, me hecho en la cama, hace frio, no puedo coger el sueño, le doy vueltas a lo que está ocurriendo,  después de pensar, de meditar todo lo que ha sucedido este miércoles me quedo dormido.
 
Las campanas de la torre me despiertan es JUEVES SANTO.
 
Me apresuro a ver los últimos preparativos de las hermandades y cofradías, 
con  que cariño,
con que delicadeza,
con que ternura, 
con que respeto, vistiendo, transportando a sus titulares y dando los últimos retoques  para engalanar  y embellecer cada trono. Con que mimo cogen al cristo Fernando y Laureano para pasarlo al trono como si fuese humano para no hacerle daño, como un padre coge a un hijo, eso es ser cofrade, eso es vivirlo, eso es sentirlo. Todos a una, se respira comunión. 
 
Por la tarde el lavatorio de los pies, donde el maestro nos dice, haced esto y seréis como yo, si quieres ser el primero, se el ultimo. Terminado esto Jesús nos presenta esta liturgia………… la ultima cena donde el maestro instituyo la eucaristía con un pan ácimo representando la amargura, el sinsabor, la esclavitud y una copa de vino, signo de la fiesta de la felicidad de la libertad y nos dijo haced esto como un memorial donde este evento no es para recordar sino para hacer presente al maestro, a Jesucristo.
 
Espero con inquietud la noche del Jueves Santo, cuando se abren  las puertas de la parroquia, en Jerusalén seria las puertas de la fortaleza Antonia.  Una enorme cruz cae sobre los hombros de NUESTRO PADRE JESUS, a la que abraza como amiga y que inicia resignado, sereno, el camino hacia el Gólgota. Sobre la intensa y brillante luz  de sus arbotantes, camina el Nazareno, por las estrechas y sinuosas calles. Y la mismísima luna se asoma para contemplar una de las más bellas estampas su paso por los recovecos de la plazoleta. 
 
Pasa delante de ti y de mí, llevando, soportando el terrible peso del pecado manifestado en la cruz, cruz que no somos capaces de llevar ni tú ni yo. 
 
Qué pesada es  tu cruz salvadora, Señor!                                                                          
Cruz que es insoportable cuando le levantas la mano a tu mujer.                                                                                    Cruz que es insoportable  cuando no te queda más remedio que recurrir a la bebida para así sentirte más hombre.                
Cruz que es insoportable cuando te invade la soledad y no te sientes querido por nadie.                                                       Cruz que te lleva a la destrucción,  a la muerte y no eres capaz de reconocer que eres un fracasado, un débil, un pecador.
                                                                               
Toda esa ira, toda esa rabia ¿qué haces con ella?  La vuelcas sobre el débil, el humilde, el manso, sobre el cordero que no abre la boca para así experimentar el poder salvífico de Dios. 
Devolviendo bien por mal. 
 
Es  pura gratuidad. 
No había en mí merecimientos, sino indignidad. 
Cristo me amó y se entregó por mí. 
Me amó porque quiso.
Me amó porque me amaba.
Me amó para hacerme bien. 
Me amó para que no me condenaran. 
Me amó para que no muriera. 
Me amó para que aprendiera a  amar.
 
Su madre lo acompaña, sumisa y sollozante, con la mirada perdida, y sus manitas recogidas, orantes, llega la más suave rosa, la más tierna azucena, el más dulce jazmín, delicada Señora, virgen de los Dolores, tu dolor es todo amor por tu hijo Jesús malherido.
 
y pregunta ¿Dónde te llevan hijo mío? le falta el aire, le falta la misma vida, sin embargo sabe que tiene que estar  en este su sitio, sola  frente a el que también está solo, María quien te podrá separar, sola a solo bajo la cruz, recordando las palabras del profeta  una espada te atravesara el corazón.
 
Vuelvo a casa deprisa, hace frio, estoy cansado tomo un poco de calabaza frita, una torrija, rápidamente  me dirijo hacia la iglesia, visito el monumento, tengo un tiempo de encuentro intimo a través de la oración con el Santísimo, que delicia, que calma, que paz, el tener este encuentro y experimentar el amor de Dios, el sentirte perdonado y querido, después me voy a descansar  dentro de un rato hay que madrugar tengo que acompañar a Jesús en el vía crucis……… 
 
Es Viernes Santo.
 
A temprana hora me dirijo a la puerta de la iglesia, intento permanecer en silencio, algún saludo con la cabeza, algún carraspeo de garganta, todo preparado. Sale Cristo crucificado para hacer su estación de penitencia.
 
En el que solo los hombres se reúnen  junto al crucificado y tienen ese momento de oración con el Dios de la vida, haciéndole presente, sus pecados y preocupaciones. Muchos hombres preguntan: "¿Por qué el dolor? ¿Por qué la cruz? ¿Por qué a mí?". Miremos a Cristo en la cruz, miremos la cruz sobre el Gólgota. Ahí está la única y verdadera respuesta.
Cristo atrae desde la cruz con la fuerza del amor, del Amor divino.
 
Fruto de ese dialogo nos sentimos consolados.
 
Consuelo como el que sintió Dimas el buen ladrón cuando le dijo “Señor acuérdate de mí cuando estés en tu reino” ¡Qué espectacular mensaje! Sólo basta el arrepentimiento para alcanzar tu Perdón, Señor.
 
Asistimos por la mañana  a los oficios, proclamando las siete palabras,…. anteriormente he citado una  pero hay dos que quiero hacer especial hincapié la primera “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. La palabra perdón es una palabra muy profunda que a veces nos la tomamos muy a la ligera, no se puede perdonar desde la soberbia sino desde la humildad como hizo Jesús que siendo Dios no dijo…… os perdono por que no sabéis lo que hacéis….…..sino que se humillo y se lo pidió a su Padre…Que expresión de amor más sublime, que locura de amor, como puede Dios quererme de esta manera, amarme en esta dimensión, hasta ese punto….. no,  todavía más. Jesús pusiste tu cruz como un puente hacia la muerte, de modo que los hombres puedan pasar del país de la muerte al de la vida. …..…y la quinta “Tengo sed” como hombre entiendo que tenga sed….pero como Dios….. de que tiene sed hoy y me responde:                                                                           
Tengo sed de justicia,                                                                                                                                           Tengo sed de tu alabanza,                                                                                                                                                         Tengo sed de tu adoración,                                                                                                                                         Tengo sed de tus oraciones,                                                                                                                                           Tengo sed de escuchar tu voz pidiéndome por tus necesidades,
y sobre todo                                                                         
Tengo sed de que me busques a mi…..
 
En esa búsqueda pasamos a la tarde donde la adoración de la cruz es un momento intimo en el que le expones a Dios cuál es tu cruz, para que él te la haga gloriosa, ligera y llevadera. Pasa el día, pasa la tarde llega la noche. 
 
Camino en este viernes santo, en esta noche oscura, por la carrera, a la altura de las tres cruces, veo a lo lejos al cristo, al crucificado. Acostado en la cruz, duros hierros abren tus manos y tus pies. Cristo fuiste levantado a la vista de todos sobre el calvario del mundo. Las manos que han bendecido a la humanidad están traspasadas. Los pies que han pisado nuestra tierra para anunciar la Buena Noticia cuelgan entre el cielo y la tierra. Los ojos llenos de amor que con una mirada, han sanado a los enfermos y perdonado nuestros pecados, ahora solo miran al cielo. Su cara iluminada a la luz de los ciriales, cuando de repente un grito se escucha “Elí, Elí lamá sabactani “(Dios mío, Dios mío, ¿porque me has abandonado?) , una ráfaga de aire apaga todas las velas, la oscuridad se cierne sobre la calle, en ese momento siento una angustia enorme, el Señor de la vida nos ha dejado, el último suspiro, la última mirada buscando al Padre, Cristo expira, Padre en tus manos pongo mi espíritu, el hijo de Dios ha muerto silencio,  recogimiento, dolor, pena, angustia…….angustia la que vemos en su madre que lo sigue sobre un mar de túnicas y capas azules, en silencio con su corazón destrozado. Dos escaleras han subido a la cruz, un sudario recoge el cuerpo desangrado y yerto, Cristo es descendido lentamente, poco a poco, con ternura infinita, con suave balanceo.  Lágrimas fluyen de su rostro, mientras ve a su Hijo Dios, descendido sin culpa del madero y entregado a su madre, ella lo coge en su regazo y mira al cielo, no entiende nada, espera una señal sin embargo el cielo está cerrado, el señor de la vida yace en sus brazos. 
 
 Su mano acaricia su mejilla y percibe la terrible frialdad de la muerte. Sus ojos ya secos no pueden llorar más, infinito desconsuelo al abrazar el cuerpo de su Hijo muerto.
 
 María nunca hubiera podido imaginar llegar a ver a su hijo en este estado, nunca hubiese creído que llegaran a tal punto de odio, cólera y violencia hacia Jesús haciendo en él justicia. Quisiera comprender ay de mi cómo es posible que la luz se apague, nos dice María. Como es posible que te claven en una cruz, como se acaba tan pronto el pulso de tu vida. 
 
Te quedas sin palabras cuando esa madre llena de angustia pregunta ¿Qué te han hecho hijo mío? La muerte del Hijo deja a María sumida en un terrible dolor.
 
No puede permanecer de pie, sus últimas fuerzas flaquean, se derrumba no sabe qué hacer,  si gritar, si llorar, porque ya lo profetizaron en las escrituras……. Como el símbolo del amor es destruido por el frio acero de la espada, el frio acero de la muerte. María  a su vez  se lo entrega a sus discípulos para lavarlo y perfumarlo, envolviéndolo en una sábana limpia, lo  pusieron en el santo sepulcro, urna sencilla y bella que deja entrever al Rey de  Reyes que parece dormido, al que acompañamos en el más estricto silencio, algunos llorando, otros rezando, pasa el cristo yacente, no puedo articular palabra, quedo en silencio y solo dejo que se escuche los pasos de la comitiva, algún susurro ,  a lo lejos el sonido de algún tambor destemplado, el guerrero, el tres veces santo va a tener un combate frente a la muerte, todos lo hemos abandonado hasta el mismo Dios ha permitido que entre en la más profunda soledad. El ronco ruido de la piedra cerrando el sepulcro nos hace presagiar que todo ha terminado.   
 
¿Qué pensamiento, que pregunta recorre tu mente?          Sin fe no hay respuesta.
 
Parece que han triunfado los enemigos de Cristo, pero el sepulcro de Cristo es semilla de nueva vida.
 
Sigue la comitiva de capas negras flanqueada por lágrimas de cera, cada lagrima un pecado. Se acerca María Magdalena que también al igual que tú, lleva en su mano un cáliz, cáliz lleno de lágrimas, lagrimas fruto del arrepentimiento de los muchos pecados que hemos cometido, pero que en un momento de tu vida te sentiste perdonado por Jesucristo que dijo:” Hoy la salvación ha llegado a esta casa” y fruto de ese perdón, en tu corazón comienza a experimentar el amor al otro, el dar la vida, el donarte.
 
 Y tu Cómpeta acompañas a estos titulares, hasta llegar a la plaza, viendo con que cariño y respeto son balanceadas estas imágenes hasta su encierro….momento en que la plaza se va llenando solo de mujeres, es su momento, las farolas se apagan y la penumbra toma la plaza, la luna se oculta tras las nubes, los hombres se retiran dan un paso atrás, poco a poco la plaza se va iluminando a la luz de las velas.
 
Se abren de nuevo las puertas del templo y acompañamos a María, en su dolor, en su soledad,  en  silencio, ¿Cómo te puedo ayudar?  Rezando, pidiendo  a través de la oración la fortaleza para esa madre. Ella te mira con esos ojos llenos de lágrimas, lágrimas de amargura, lágrimas de soledad, como dice el poeta:
 
¡Mujer de la más honda soledad, 
huérfana de Hijo,
como un árbol despojado en abril, apenas núbil!
Madre en la soledad,
Madre en la muerte, para darnos vida con la vida del Hijo arrebatada.                                                                                 Madre en la noche del mayor silencio,
a tientas el andar del corazón y la palabra humilde sin respuesta,
como una pregunta en el desierto frío.
 
¡Sin respuesta de nadie, sola en tu Soledad!
Más sola que el Dolor, dormido en tu regazo para siempre. 
 
Más sola que la Muerte que muere para dar la vida, renacida en tu gozo, como una golondrina libertada. 
Camino del sepulcro, con el llanto caído como la cera de los cirios, 
la soledad del mundo camina a tu paso lento, bordando las calles del pueblo triste. 
 
¡Te llamaremos todos muchas veces,
desde esta nuestra soledad tan sola, María Soledad! 
¡Oh Soledad, oh compañía nuestra!
 
Como es tradición en nuestro pueblo, en un duelo las mujeres acompañan a las mujeres y Cómpeta entera se vuelca con María, quieres una poquita de leche con una mijilla  de café. Dime María como puedo aliviar tu dolor, Lagrimas bajan por sus mejillas, que son enjugadas por un pequeño pañuelo que somos tu y yo, diciéndole descansa María descansa…… Por eso Cómpeta la lleva despacio, paso a paso, lenta, silenciosa, recreándose en cada momento, en su belleza y acompañándola en su pena, con largas pausas y paradas, como queriendo que el recorrido no acabe nunca, que no se quede sola.  
 
No, la Virgen de la Soledad
Nunca estará sola, 
Porque en nuestra mente siempre está
y del corazón el amor nos brota.
Virgen de la Soledad, de la Soledad señora. 
Porque Cómpeta te quiere, nunca estarás sola.
 
Virgen María, pequeña María…..apoya tu cabeza sobre mi hombro, cierra los ojos y recuerda al Señor de la vida cuando era niño, con su sonrisa en la cara, sus primeras caídas,  los primeros sustos, cuando se perdió y fue hallado en el templo a los tres días, premonición de lo que va a suceder, poco a poco María  se va durmiendo vencida por el cansancio, por el dolor, y tu Cómpeta velas su sueño.
 
En nuestro interior doblan las campanas de la torre, sabemos que durante tres días, el Dios de la vida no está con nosotros, ha bajado al infierno, a tu infierno y al mío, para volver victorioso venciendo a la muerte.
 
Pasa el sábado y esperamos con inquietud el momento que culmina toda esta semana, la vigilia pascual donde la pascua el PESAG, es el salto de la muerte a la vida, todos en silencio alrededor de unos rescoldos  en la ermita de San Sebastián donde en medio de la oscuridad aparece ese cirio pascual que nos pone en alerta iluminando nuestras vidas, experimentando por medio del bautismo más tarde, que queda sumergido el hombre viejo y sale el hombre nuevo, la noche santa, momento en que los niños preguntan a sus padres  “por qué esta noche es diferente” “por qué no nos hemos acostado” “por qué hemos ayunado” y el padre le contesta…..hijo esto es la pascua, es el paso de la esclavitud a la libertad, éramos esclavos en Egipto, esclavos de nuestros pecados, ahora seremos libres en la tierra prometida.
 
La vigilia pascual, la noche sublime, la noche santa en que Cristo ha vencido a la muerte, Cristo ha roto las cadenas que te tenían sujeto a faraón. Por eso esperamos con ganas, expectantes la gran noticia:
 
“Exulten los coros de los ángeles,
exulten las jerarquías del cielo,
que las trompetas anuncien la salvación,
que goce la tierra libre de tinieblas…                                    
El esplendor del rey,                                                                                                                                                 destruyo las tinieblas,                                                                                                                                                  las tinieblas del mundo,                                                                                                                                             esta es la noche en que Cristo ha vencido a la muerte                                                                                               y del infierno retorna victorioso.  
Que es Cristo tu hijo resucitado,                                                                                                                             resucitado de la muerte.”
 
El señor de la vida ha triunfado sobre la muerte y eso se manifiesta sobre esta gente sencilla de mi querido pueblo CRISTO HA RESUCITADO  a lo que Cómpeta contesta verdaderamente ha resucitado. 
 
Luminosa mañana del domingo de Resurrección, las campanas tocan a gloria con alegría desbordada, todas las cofradías a una se funden para celebrarlo en magna procesión.
 
Rotas las cadenas, disipadas las sombras, Cristo asciende victorioso del sepulcro, portando la cruz dorada de la gloria, Cristo victorioso sobre la muerte, Cristo vivo que reina glorioso por los siglos de los siglos.
 
Yo soy testigo de este hecho, os puedo decir que mis ojos han visto la tumba, el santo sepulcro vacío…..mis manos han tocado esa piedra donde estuvo Jesús y no había nadie sobre ella, estaba vacío….por eso me llena de alegría y me confirma que Cristo esta resucitado.
 
Pepe, Juan, María, Carmen pongámonos nuestro mejor traje y vestido (el de los domingos) y vallamos a la plaza para ver al resucitado acompañado de  María………….. la de Magdala, a la que podríamos preguntarle :
¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?.....
 
Porque el pensamiento de María Magdalena está en el sepulcro, en el cadáver de Jesús. Por eso la resurrección es realmente la llave de la Historia «Dinos, María», que Jesús resucitado puede expulsar de nosotros todos esos demonios que están como agarrados a nuestro corazón; que él puede cambiar nuestro corazón de piedra por uno de carne y hacer que nos nazca una carne nueva sobre nuestra carne vieja y podrida.
 
«Dinos, María», lo que sentiste cuando Jesús te miraba a los ojos y al corazón en aquella fría comida del fariseo. Dinos que podemos encontrar en Jesús a alguien que nos mira siempre con limpieza; que espera de nosotros lo mejor; que sabe descubrir en los escondrijos de nuestro ser y de nuestra vida ese poso de bondad que todos llevamos dentro. Dinos que es más importante amar mucho que errar mucho, que al que mucho se le perdona, mucho ama. Dínoslo hoy, María, al corazón...
 
"Dinos, María", que valió la pena estar junto a la cruz del Señor, intentándole dar aunque sólo sea tu compañía y tu amor,  que el seguidor del maestro tiene que estar junto a las cruces del hombre de nuestro tiempo.
 
Y «dinos, sobre todo, María», en esta mañana de pascua, que podemos sentir que Cristo resucitado nos llama por nuestro propio nombre y nos dice siempre al corazón una palabra de aliento y esperanza. Dinos que hay siempre una Galilea, una patria de bondad, en la que Cristo nos aguarda. Dinos que Cristo debe ser nuestro amor y nuestra esperanza. Dinos que ese Cristo resucitó de veras que sigue hoy vivo ante mi propia vida.
 
«Dinos, María», que ha resucitado Cristo nuestra esperanza y nos llama por nuestro nombre, con el mismo cariño con el que pronunció el tuyo; que el amor es más fuerte que el pecado y la vida más fuerte que la muerte.
 
«Dinos, María», en esta mañana de pascua, lo que decía la vieja secuencia medieval: "¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la pascua.  
 
Esto es esencial.
 
 La palabra definitiva de Dios, no puede ser el oscuro silencio del Calvario, sino la luz resplandeciente de la Pascua.
 
Y como no acordarnos de su madre la Virgen la pequeña María que hoy esta exultante de gozo y de alegría, con su manto azul, azul como el cielo, bajo su palio, los rayos del sol acarician a la Reina de los cielos, que con sus manos abiertas está impaciente para coger a su hijo, para acogernos a todos los que nos sentimos sus hijos.
 
Cómpeta  CRISTO HA RESUCITADO y lo vemos como se manifiesta en todo el pueblo, con el repique de sus campanas para que se sepa,
desde el monte hasta el barrio,
desde la carrera al Sanantón, 
el cura,  los monaguillos,
el alcalde, el sargento de la guardia civil,
el maestro, el boticario, 
toda Competa desde el más longevo hasta el último recién nacido, 
todas las hermandades con sus estandartes y guiones,
los hombres y mujeres de trono,
los quintos con su virgen de los Dolores
los horquilleros,
los nazarenos con toda su comitiva,
todos alegres, todos hacen ese último esfuerzo, arriba ese trono del resucitado, al cielo con él y desde el cielo baja la bendición.
 
CÓMPETA
El Señor te bendiga y te guarde;
Te muestre su faz y tenga misericordia de ti.
Vuelva a tí su rostro y te conceda la paz.
 
He dicho. 
 
Muchas gracias y buenas noches.
 
 
 
 
 
 

 

 

Octavio L.R.

Octavio López Ruiz

C/ Rampa, 2
29754 Cómpeta (Málaga)
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